ig44 Por qué no cobramos para el ministerio

Una explciación porque no hacemos comercial el ministerio

Por David Cox
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“de gracia recibisteis, dad de gracia.” Mat 10:8

Parte de las instrucciones que Jesús dio a sus discípulos es de no poner el evangelio y el ministerio sobre una base de servir si te pagan, pero no hay nada si no te pagan (o sea, de ser comercial o de obrar sobre la base de compra-venta). El principio de esta frase es que debemos trabajar en el ministerio en una forma que es de dar todo gratuitamente a los que quieren las cosas de Dios, sin respeto a lo que ellos pueden o quieren regresarnos. El diseño del ministerio como Dios nos dio es algo de una iglesia local, en la cual, los hermanos maduros allí pagan por todo, sin coerción o ser forzado. Lo que la iglesia no puede pagar, no se hace. Todo el ministerio es sin cobros de quienes que reciben los beneficios, y los maduros y espirituales sostienen el ministerio, esperando un premio del Señor en el cielo por ello.



La estructura del ministerio

Entonces Dios impuso una estructura sobre Su obra que es la iglesia local. No es correcto que el ministro de Dios que tiene que trabajar un trabajo secular para tener su pan diario. Siempre va a haber necesidades económicas para el ministerio. Hay necesidades de salarios, compra o renta de un lugar para los servicios, y otros gastos para el ministerio, por ejemplo, literatura (Biblias), y gastos de asistencia para los hermanos pobres, necesitados, o enfermos. Aunque unos proponen que reunimos en casas, y que los ministros trabajan gratis, y cada uno paga por su propia copia de la Biblia, así no es como Dios mandó. Dios merece más que migajas y limosnas. El rey David hizo la observación 2Sam 7:2 “Mira ahora, yo habito en casa de cedro, y el arca de Dios está entre cortinas.” Aunque es muy barato cuando se reúnen en casas, no es digno para el Creador del universo que lo mejor que se puede hacer es un lugar prestado. Está bien para empezar, pero Dios merece más. Hay hermanos que tienen casas propias, y negocios, pero ¿Dios no es tan importante de merecer su propio edificio? ¿Es incorrecto que Dios tenga ministros dedicados de tiempo completo para prepararse bien y servir? Hag 1:4 ¿Es para vosotros tiempo, para vosotros, de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa (de Dios) está desierta?



¿En qué gastaron dinero?

Dios tiene Su obra que es la salvación de las almas, y el discipulado de cristianos novatos a ser cristianos maduros quienes van a hacer la obra de Dios (el ministerio). Todo esto gira alrededor de la iglesia local como el único instrumento o medio bíblico de hacer esta obra, y los ministros legítimos son los de la iglesia local. La obra de Dios no se hace sin dinero. La codicia y avaricia es un grave pecado, aunque es en los ministros o si es en los miembros de una iglesia. El dinero que se levanta por ofrendas y diezmos fue invertido en (según la importancia que vemos en la Biblia) (1) los salarios de los ministros en la iglesia local donde se levantó el dinero. 1Ti 5:18 (2) los misioneros de la iglesia (Pablo y sus colaboradores Fili 4:15 (3) los hermanos necesitados, En Romanos 15:26 los hermanos allá envió ayuda económica a lo santos en Jerusalén. (4) los gastos del ministerio local.



La defensa de estos gastos

Cuando una iglesia quiere hacer un presupuesto de la iglesia en como gastan el dinero, nunca va primero a la Biblia a lo que es el ejemplo o mandato allí. Hay un fuertísimo defensa para que los ministros reciban un salario justo. Explico esto en mi folleto Remuneración al Predicador. [IG23]. Lo más fuerte argumentos aquí son en 1Cor 9:9-14, y Gal 6.6. O sea, los ministros deben recibir un salario digno Mat 10:10; Lucas 10:7; 1 Tim 5:17-18, y no deben ministrar sin remuneración, como si Dios no pudiera proveer para sus propios ministros. Entonces no hay nada mal con un ministro de vivir del evangelio como su primera y única fuente de ingreso (1Cor 9:14). También vemos que las iglesias daban donativos a Pablo, quien era un misionero. Definimos a un misionero de ser alguien que va donde el evangelio no se conoce (afuera de su lugar de origen) y es quien evangeliza a los inconversos, y organiza a los que se convierten a ser una iglesia local. Ninguno es misionero si no evangeliza, o si no organiza a una iglesia de los resultados de este evangelismo. Actualmente no vemos versículos que apoyan que las iglesias gastaron dinero en comprar un edificio, o aun en gastos de renta o gastos normales (luz, agua, etc.) aunque vinieron estos cuando las iglesias se establecieron en edificios propios. El enfoque del Nuevo Testamento es que las iglesias gastaban los diezmos y ofrendas en la obra de Dios, en personas y ministerios Actualmente no existían “ministerios”, sino que era siempre un hombre de Dios “tiene un ministerio” enfrente de ello. Cuando el hombre muere, este ministerio en particular deja de existir como causa de donaciones y sustento. Tal vez su viuda era sostenida hasta su muerte, pero nada más. El apoyo no era pasado de uno al otro cuando uno muere, sino se considera e invierte de base de qué es cada hombre y lo que hace.



El requisito de no codicioso

Dios ha impuesto un requisito que todos los ministros de Dios tienen a fuerzas de ser de “buen testimonio de los de afuera” 1Tim 3:7, y que sean “irreprensibles” en su vida personal (1Tim 3:2). Se considera esto individualmente, y no se puede usar el testimonio de un hombre para validar dando a otro hombre. Así los lobos usan buenas personas (representantes) como escudos para esconder sus malas vidas, pero todavía sacan dinero del pueblo de Dios. Cada ministro es un caso individuo, y tiene que calificar individualmente. En la Biblia no permitía “un ministerio” como organización, sino apoyaban individuos. Tampoco no se gastaba dinero en representantes de ministerios quienes se dedican a levantar fondos. El ministro que se ve que tiene el ojo pelado para el dinero es descalificado del ministerio, y todos los que le apoyan económicamente pecan por exaltarle a ser su pastor o ministro. Los requisitos en este asunto son claros: “no codicioso de ganancias deshonestas… no avaro” 1Tim 3:3, “no codicioso de ganancias deshonestas” Tito 1:7, “enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene” Tito 1:11; “Apacentad la grey de Dios… no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto” 1Pe 5:2. Entonces ni el ministro ni la iglesia debe estar preocupado excesivamente de dinero. Ministerios que no son iglesias son organizaciones para cosechar dinero, sin obedecer los mandos divinos de estructurar la obra de Dios en una iglesia. Todos estos ministerios tienen un dueño, y el dinero se queda con este dueño o dueños. Una iglesia no tiene dueño más Dios. Un líder muere, y sus hijos o su viuda no llevan la acumulación de donaciones por 40 años con ellos y el edificio con ellos. La estructura de una iglesia es para que la inversión de capital se quede afuera de manos de individuos (pero en la comunidad y no dispuesto a individuos excepto como salarios). No hay mesa directiva (afuera del grupo) quienes son los dueños, sino la iglesia local es dueño de sus propios bienes.

No debe ser recolecciones de ofrendas como cosa de exprimir a la gente de su dinero. El buen ministro ofrece la oportunidad de darle a él a su iglesia, pero no entra en formas de sacar a fuerzas dinero de su gente, como cuando hace la ofrenda la cosa más importante del servicio. Si los ministros toman largos tiempos de “animar” a la congregación para dar su dinero, entonces tiene el aspecto de que es codicia, y lo es. Si presentan “urgencias” como parte regular de tomar la ofrenda, o si insisten (como en tomar ofrenda varias veces una tras la otra hasta que sacan lo que quieren), es codicia, y desde allí, el ministro y la iglesia no es irreprensible. Insistimos que todos los ministros de Dios tienen que vivir por el principio espiritual de renunciar las riquezas y lucro como la meta y prioridad de la vida. Lucas 14:33 Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. El ministro que no vive este principio actualmente y que no conduce su vida para que todos vean esto vivo en su vida no es calificado para ser ministro, y nadie debe darle nada. Los ministros de Dios son “varones de verdad, que aborrezcan la avaricia” Exo 18:21, que no tiene “avidez para las riquezas”. Pablo dijo, “ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado” Hechos 20:33. El hombre de Dios es alguien que “huye de… el amor al dinero” 1Tim 6:10-11. El cristiano obediente debe limitar sus donaciones y diezmos solamente a iglesias con ministros que tienen visiblemente la sana doctrina y el buen testimonio.



Falsos profetas siempre se preocupan del dinero

Los ministros malignos son gente quienes usan “palabras lisonjeras (palabras falsas e insinceras para sacar dinero)… que encubren avaricia” 1Tes 2:5. Hay un control que Dios ha impuesto en la estructura de Su obra (el ministerio) que nos guarda de falsos profetas. Esto es el renuncio de lucro para todos en el ministerio. Si el pueblo de Dios observa este simple principio, entonces la mayoría de los falsos profetas no pueden obrar como obran actualmente. Si examinamos ministerios como escuelas, campamientos, estaciones de radio, editoriales cristianas, etc., todos trabajan afuera de la norma impuesta por Dios para Su obra. Cobran caro por lo que hacen, y se juntan mucho dinero. Años en el ministerio así les hacen multi-milonarios. Al morir (o romperse con la sana doctrina), no hay forma ni estructura de quitarse el dinero. En el caso de una iglesia bien fundada, la inversión por años de estos fieles hermanos está defendida por medio de los líderes de la iglesia que sigan delante de la obra. A veces esta falla con un pastor nuevo (lobo) que se rompe con la doctrina sana, pero a lo menos hay una estructura de defender las inversiones del pueblo de Dios. Con un ministerio típico de hoy, tus diezmos y ofrendas van donde el ministerio va doctrinalmente (si se va a los Pentecostales, o simplemente renuncia la religión enteramente, tus sacrificios eran de balde!).



¡Todo es Gratis!

Mat 10:8 de gracia recibisteis, dad de gracia. Dios sabiamente estructuró la iglesia. Todo gratis para todos, pero los maduros pagan por todo. Inmaduros e inconversos entran en la iglesia, y disfrutan de la doctrina y ministerio que la iglesia provee para crecer, y no hay ningún tipo de cobro. Cuando aceptan al Señor como su Salvador, y empiezan a madurarse, entienden que todo que ellos disfrutan cuesta a alguien, y ellos empiezan a desear a tener parte en la carga de este ministerio, y entienden que ellos tienen una cuenta celestial, y deben invertir en ella. El asunto es como Pablo nos revela, “no es que busque dádivas (regalos), sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta… habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis” (Fili. 4:17). Entonces de condicionar servicio con dinero es de corromper el ministerio en contra de Dios.



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