ig03 Meditaciones para Comunión #3

Meditaciones para Comunión #3
Por David Cox
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Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados.
1° Corintios 11:29-31




La Cena del Señor es un servicio donde cada cristiano debe acercarse a Dios. Este acercamiento no viene nada más por estar en un servicio en la iglesia, sino es porque nos examinamos a nosotros mismos para reconocer, para arrepentirse, y quitarnos los pecados que tenemos, y de rectificar lo que está mal en nuestras vidas. Este folleto está hecho para ayudarnos a meditar sobre diferentes aspectos de la vida antes de participar en la cena del Señor. El punto es de pensar seriamente en lo que Dios ha dicho, y corregir delante de Dios lo que nos falta.




La Ira de Dios

El celo de tu casa me consumeJn. 2:17

Jn. 2:14-17 y (Jesús) halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.



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A veces tenemos la idea que Dios nunca se enoja sobre nada. Que la paciencia de Dios es sin fin. Pero este concepto no es correcto. Jesús se enojó cuando vio a las personas burlándose de la santidad de Dios por sus porquerías. Igualmente vemos la ira de Dios en el diluvio y en el caso de Sodoma y Gomorra (Deu. 29:23).




¿Qué es lo que provoca a Dios a ira?

1Re. 16:2 provocándome a ira con tus pecados
2Re. 17:11 “hicieron cosas muy malas para provocar a ira a Jehová”
Rom. 2:8-9 “pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo”

Dios se enoja con nosotros simplemente porque pecamos. El pecado es cualquier cosa que no es la voluntad de Dios.

Deu. 32:19 Y lo vio Jehová, y se encendió en ira por el menosprecio de sus hijos y de sus hijas. 20 Y dijo: Esconderé de ellos mi rostro, Veré cuál será su fin; Porque son una generación perversa, Hijos infieles.

Cuando el pueblo de Dios lo desprecia, Dios se retira de protegerles y ayudarles, y Dios deja que padezcan problemas y necesidades en sus vidas.




La Salvación

Heb. 12:5-8 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.

Si Dios castiga y corrige a cada verdadero hijo de Dios, entonces ¿Estás en el proceso de esta corrección divina? O sea, ¿Dios te está revelando cosas, y estás cambiando cada semana para ser más conformado a la imagen de Cristo? ¿Tienes el castigo y la corrección de Dios en tu vida? Por que la falta de la mano de Dios obrando en tu vida es una señal segura de que no eres realmente salvo. Si no estamos en el proceso de hacernos santos como Dios es santo, entonces estamos viviendo en un engaño, no somos salvos.




Mi Vida Espiritual

Rom. 1:18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad.

¿En qué forma estamos viviendo nuestras vidas respecto a la verdad? Dios se enoja en contra de toda impiedad e injusticia. Pablo nos explica que con el pecado uno “detiene la verdad.” O sea, la verdad avanza y crece cuando hacemos la verdad, cuando vivimos la verdad, pero en cambio, si no buscamos de imponer la verdad (cosas moralmente correctas) entonces “detenemos” la verdad por nuestras vidas sucias. ¿Cuántas veces los inconversos no aceptan al Salvador por el mal testimonio de cristianos inmaduros?

2Tes. 2:10 y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.

Adentro de la salvación hay un amor por la verdad, en que el verdadero hijo de Dios quiere vivir la verdad por medio de su vida y testimonio. ¿Vives la verdad de Dios por la vida ejemplar de ella?

Éxo. 34:6 ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;

Dios es lento para enojarse, y se agrada con ver la misericordia y la verdad activas en nuestras vidas. Pero ¿es cierto que tu vida como un hijo de Dios anuncia este carácter divino de Dios nuestro Padre?




Mi Relación con otros

Rom. 12:19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.

Es el derecho y responsabilidad de Dios como Creador y Dueño de toda la creación de castigar lo que le hace enojar, o lo que a Él le parece mal. En lugar de vengarnos a nosotros mismos, dejemos lugar para que Dios haga su trabajo, y no metamos mano por buscar la venganza o llevar cosas en contra de otras personas. Dios puede balancear perfectamente la venganza, justicia, y castigo con la misericordia y perdón. Pero este derecho es solamente para Dios el Creador, y nosotros no debemos demostrar actitudes de venganza, ira, o enojo, sino como criaturas bajo la condenación de Dios por nuestros propios pecados, debemos manifestar el perdón de Dios.

Mat. 6:12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 14 Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; 15 mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.

Dios nos exige que a fuerzas tenemos que demostrar este carácter de Él por medio de nuestras relaciones con los demás, y no ser dados a la ira. A Dios le toca demostrar la ira, y a nosotros la misericordia y perdón.

Ef. 4:31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.
Col. 3:8 Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.
1Tim. 2:8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda.

Estas cosas no tienen lugar en la vida de un hijo de Dios. Como un hijo de Dios, debemos apartarnos de toda agresión y enojo hacia los demás. Debemos dejar estas cosas para Dios de castigar o perdonar a nuestros agresores, como Dios ve adecuado en cada caso.

Ef. 4:26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,

Parece que no es exactamente un pecado de enojarse (“airaos” es de provocarse a ira, o si uno hace esto a si mismo, es de llegar a exasperarse), pero puede ser si uno mantiene la reacción inmediata guardándose de la ira. Hay situaciones en la vida que nos provocan a ira, o que nos frustran, haciéndonos exasperar. La idea es de no ser dado a estas cosas, y aunque puede pasar al momento como una reacción a una ofensa, espiritualmente debemos poner aparte (“dejar”) esta reacción.




Mi Pareja

Col. 3:18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

Adentro de la familia cristiana, debe existir una relación de amor y sumisión donde no hay ira y enojo entre la pareja. Si son una sola carne, entonces uno va a cuidar y amar al otro, y el enojarse con tu pareja es algo que no se hace. Es como cuando una atleta se enoja consigo mismo por no poder alcanzar una meta. Aunque se enoja inicialmente, se olvida rápido del asunto y no lleva coraje y amargura en contra de su cuerpo. Es en sí mismo, y no va a lastimarse ni a no perdonarse.




Mi Familia

Ef. 6:4 Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.

Col. 3:21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.

Es muy fácil que las personas en posiciones de autoridad y responsabilidad tomen ventaja de su posición para causar maldad a otros debajo de ellos. Lo más común debe ser el caso de los padres con sus propios hijos. Dios claramente nos manda de no provocarles a ira. Ellos tienen su voluntad igual como nosotros, y aunque tenemos que enseñarles el camino de Dios, no debemos buscar nada más frustrarles y enojarles. La ira no obra el bien.

Stg. 1:20 porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.

Mi relación con la Obra de Dios

Gál. 5:15 Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.

Es triste ver a hermanos dentro de la iglesia que parece que buscan nada más hacer y promover la maldad de uno contra el otro. ¿Estás manifestando a Cristo o un lado carnal?

Stg. 3:14-17 Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.

Debemos buscar manifestar paz y tranquilidad hacia los demás. La persona que se marca con contención, enojo, ira, y pelear con los demás se ve que no es un hijo de Dios.



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