cp44 Soportando Aflicción Como un Hijo de Dios

cp44 Soportando Aflicción Como un Hijo de Dios

Soportando Aflicción
Por Pastor David Cox
Revisión Gramatical y Redacción: Luis Flores E.

En este folleto, damos consolación y ánimo para cristianos bajo la aflicción. No es sin razón, sino es porque Dios quiere hacer algo en tu vida.

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Hechos 14:22 confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. El sufrimiento parece estar destinado para el hijo de Dios. Pocos cristianos entienden realmente qué es y cómo lo usa Dios en nuestra vida ¿Qué designio tiene en nuestras vidas?.

Dudan diciendo ¿Cómo Dios, si es el padre amado, puede permitir tanto sufrimiento en mi vida? La respuesta es simple: Porque el sufrimiento sirve bien para los propósitos divinos.

Miq. 6:9 La voz de Jehová clama a la ciudad; es sabio temer a tu nombre. Prestad atención al castigo, y a quien lo establece.

El sufrimiento es casi lo único que nos mueve a contener nuestra vida y buscar a Dios. Solo así escuchamos sus indicaciones para nuestra vida.



¿Qué es el sufrimiento?

Sufrimiento es pena de que las cosas no resultan como deseamos. El padecimiento, enfermedad, aflicción, infelicidad, dolor, muerte, etc. entran en nuestras vidas y nos sujetan bajo tensión. Isaías 45:7 que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto. Sal. 66:11; Amos 3:6, entendemos que la bendición y la paz están en sus manos, todo lo bueno y todo lo malo viene de Él. Y siendo Él, el Creador, dispone en ambos.



¿Por qué Dios nos da sufrimiento?

Gál. 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.

La razón más común y lógica de que suframos, es porque pecamos. Dios castiga el pecado con sufrimiento (Gén. 3:16-19). Dios vincula a ambos. Pero aunque Dios mande sufrimiento merecido, no le agrada que padezcamos

Lam. 3:33 Porque no aflige ni entristece «voluntariamente» a los hijos de los hombres.

El sufrimiento está motivado por su amor, no por odio. Nos advierte de nuestra separación de Él, fuente de toda bondad, y nos aparta del consuelo divino.

Sal 46:5, 7 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob.

Dios deja que la aflicción y el sufrimiento entren a nuestra vida, para que busquemos refugio en Él. Dios quiere tener comunión cercana y constante con nosotros y si nos abandona, no le buscamos.

Rom. 3:11 No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios.

Es por esto, que Dios tiene que implantar algo en nuestras vidas para que regresemos con más vigor al Señor, y nos anime a “adherirnos” a Él. Infortunadamente ocurre solo cuando sufrimos.

Oseas 5:15 Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán.




Dios nos castiga porque nos ama

Heb. 12:6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. 7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?

La disciplina de Dios (castigo) nace del profundo amor que Dios tiene para nosotros. Como reza Lam. 3.33, Dios no nos castiga por gusto, pero usa el castigo como un llamado de atención, para darnos guía y formación.

Dios permite aflicción y sufrimiento en nuestras vidas cuando necesitamos aprender, y no existe otra forma que mejor funcione. No deberíamos asombrarnos que el buen Dios nos deje sufrir, lo que debe asombrar, es que no busquemos a Dios aun sabiendo qué nos ama tanto.

Todo lo bueno es con Dios, y los que moran en su presencia son altamente bendecidos. La Biblia amarga la situación: pero saliendo de su presencia, pronto entra la maldad, la aflicción y la ansiedad, porque dejamos la presencia de Dios.

Cuando vienen problemas es porque Jehová nos ha abandonado.

Eze. 9:9 “La maldad… es grande sobremanera, la ciudad está llena de perversidad… ha abandonado Jehová la tierra y Jehová no ve (cuida)”. Ejemplo del caso de Saúl

1º Sam 16:14 El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová.

Cuando Dios depone una persona, queda abierto de inmediato a la maldad de Satanás. Pero ¿Por qué Dios nos deja? Simplemente porque no se queda con los que pecan, y todos nosotros pecamos.

Rom. 3:23 Por cuanto todos pecaron.

El cristiano tiene que buscar constantemente la presencia de Dios en su vida, en sus pensamientos y en sus razonamientos. Job buscaba constantemente fijar a Dios en su vida en todas partes, y obtuvo muchas bendiciones por ello. Satanás desafió a Dios que si se rompía esto, Job no manifestaría lealtad a Dios sino odio. Dios lo dejo sin su protección divina, y permitió que la aflicción entrara a su vida.



¿Cómo lo usa Dios en nuestras vuestras vidas?

Salmo 46:5, 7 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob.

Refugio es protección o amparo en algún peligro. Cuando estamos en la presencia de Dios, llega su bendición. Dios está con nosotros. Él desea que le usemos como nuestro refugio, estamos con Él, conviviendo con Él. Pero sin santidad y piedad, Dios no convive con nosotros. Este principio nos obliga a limpiar nuestras vidas. Solo dejamos el pecado cuando aflije el sufrimiento.

1ª Tes 3:3 «a fin de que» nadie se inquiete por estas tribulaciones; porque vosotros mismos sabéis que para esto estamos puestos.

Dios pone en la vida del creyente tribulación, para que tenga gloria en la eternidad.

2ª Tim 2:12 “si sufrimos, también reinaremos con él”

Rom 8:17 “si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”

1ª Ped 4:13 sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.

Hay un fuerte vínculo entre sufrir como hijo de Dios y la gloria en la eternidad. Este sufrimiento se identifica con el sufrimiento y la aflicción de Jesús que no merecía, pero para que brillara el glorioso carácter divino morando en Jesús, Dios le dejó que caer en sufrimiento, y su respuesta dio mucha gloria a Dios.

Así sucede con nosotros. Esto es sumamente importante, como hijos de Dios, no debemos enfocarnos solamente en quejas, “injusticias” o excesivo rigor de nuestro sufrimiento, sino en la reacción ante Dios y el mundo. Debemos recordar a Job, su gloria fue su fidelidad y lealtad ante el gran desastre de su vida.

Daniel 12:10 Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.




¿Qué propósito tiene en nuestras vidas?

Hay varias razones por las que la aflicción sirve en nuestras vidas. Dios castiga al pecado, esto es común. En el caso de Job, el sufrimiento es para probarnos y manifestar verdaderamente qué es lo que somos espiritualmente. Dios dijo a Satanás,

“¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” Job 1:8

Dios nos prueba para su gloria, formando nuestro carácter. Dios usa la tribulación para formar nuestro carácter. Zac 13:9… los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. El invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios. La tribulación obra en paciencia Stg 1:3; Rom 5:3, en justicia “da fruto apacible de justicia” Heb. 12:11 en santidad “nos disciplinaban… para que participemos de su santidad”.

Lo más importante de la aflicción en nuestras vidas, es que nos identifica con Jesucristo, y por ese medio, compartiremos su gloria (Isa 53). Así, Pablo entendió: “es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22). De alguna forma, la tribulación es esencial en nuestra salvación.



¿Cuál debe ser nuestra reacción?

Como Cristo y como los profetas, aceptemos la aflicción como voluntad divina. Heb 12:1-3; 1ª Ped 2:21-23; Stgo 5:10. Debemos resignarnos, “Jehová es, haga lo que bien le pareciere.” 1ª Sam 3:18. Da la gloria a Dios Job 1:21 “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.” Sin quejas, Sal 39:9 “enmudecí, no abrí mi boca, porque tú lo hiciste” No despreciemos esta obra de Dios.

Job 5:17 “bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso.”

Pro. 3:11 “No menosprecies, hijo mío, el castigo del Jehová, Ni te fatigues de su corrección”. Dejemos que la aflicción nos forme espiritualmente y abandonemos el pecado.

Job 34:31-32… “no ofenderé ya más, enséñame tú lo que yo no veo; si hice mal, no lo haré más”.




Demos a Jehová su lugar de valioso prestigio.

Sal 116:7 Vuelve, oh alma mía, a tu reposo, Porque Jehová te ha hecho bien. 8 Pues tú has librado mi alma de la muerte, Mis ojos de lágrimas, Y mis pies de resbalar. 9 Andaré delante de Jehová En la tierra de los vivientes. Dios permitió al sufrimiento y a la aflicción adherirse a nuestras vidas. Fue para acercarnos más a Él.




Todas las cosas les ayudan a Bien

Rom 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Lo que Dios hace es bueno para todos, salvos e inconversos. Pero los incrédulos se molestan con Dios por sus aflicciones, negando su beneficio, porque no aman a Dios. El hijo de Dios acepta “lo malo” “de la mano de Dios” como parte de la obra en su vida, para llevar gloria al estar con Dios. Esto es aceptado por el creyente como “buena cosa de la mano de Dios”. Aunque el sufrimiento es igual para creyentes e incrédulos, el efecto es muy diferente por la reacción de cada uno.

La aflicción destruye el alma del inconverso porque no la entiende, ni tampoco conoce a nuestro “buen Dios”. Solo se enfurece más en su contra, pecando aun más. El creyente entiende que en el sufrimiento y aflicción hay propósitos para su vida, y reacciona con fe y confianza en su Dios, que solo quiere lo mejor para nosotros. A través del camino del sufrimiento, Dios nos edifica espiritualmente.

¡Bendito sea el nombre y los propósitos de Dios!



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