sect03 Reencarnación Boanerge

sect03 Reencarnación Boanerge es una discusión del punto de vista bíblica de porque esta creencia no es según Biblia

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La Reencarnación

¿Por qué no es bíblica esta creencia?

Por David Boanerge  sect03
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©2006 www.folletosytratados.com

Algunas personas tienen la falsa creencia de que cuando mueran, regresarán a la vida nuevamente, ya sea volviendo a nacer (reencarnando) como otra persona o como un animal.
Esta idea es muy antigua. Hunde sus raíces en el hinduismo, una religión oriental originada en la India probablemente 1500 años antes de Cristo (aunque en cierto sentido ni en sus libros sagrados, los Vedas, o el Código de Manú, aparece expresada esta idea de reencarnación como tal, pero se detecta ya desde temprana fecha su influencia en esta religión); en el Jainismo (599-527 a.C.); y en el Budismo (560-480 a.C.).

Si examinamos detenidamente la Reencarnación, podemos darnos cuenta de que en realidad esta no es sino otra manera en la que el hombre pretende escapar del justo juicio de Dios. Lamentablemente para aquellos que depositan su fe en la idea de volver a nacer una y otra vez (para cometer los mismos pecados y errores, y seguir haciendo el mal), la Biblia presenta un panorama totalmente diferente para los hombres una vez que su vida termina en este mundo.




La noción moderna de Reencarnación

Hoy en día algunas personas creen firmemente en la continuidad de su existencia a través de muchas vidas. Según ellos, a lo largo de la historia de la humanidad ellos han existido una y otra vez, burlando a la muerte y regresando en un caótico y sin sentido reflujo, para vivir como príncipes, esclavos, hombres, mujeres, ratones o cucarachas. Ellos argumentan que una vida no es suficiente, que han tenido “sueños” y aparentes “recuerdos” de cuando vivían en la corte de Luis XVI o de cuando fueron la Reina Cleopatra o Gengis Khan.

Por supuesto, nada de esto es comprobable y la Biblia proporciona sólidas evidencias para demostrar que todo esto es un engaño. Sin embargo existen algunos a quienes les gusta engañarse a sí mismos y manejar la idea de que no siempre fueron quienes son, que en otro momento fueron ricos, o amados; que fueron hermosos o que su sexo era distinto.
A esta creencia se le conoce como Reencarnación, Metempsicosis o Transmigración de las almas. Aunque actualmente esta filosofía no es tanto una religión, sino una creencia arraigada en algunas personas que por lo general están descontentas con su vida o que buscan hacerse interesantes, en un principio formó parte del sistema de creencias de varias religiones.

Muchas culturas han sido partidarias de esta creencia. Los aborígenes australianos (que afirman que en los niños reside el alma de algún antepasado muerto); algunas tribus de Indonesia (que creen que las almas de sus antepasados son transformadas en ciertos animales, preparándose para volver a ser hombres); los griegos (cuyos héroes eran transformados en otros seres, e inclusive en constelaciones); y muchas culturas africanas y americanas, creen que los seres humanos, al momento de su muerte, se transforman en alguna otra cosa, ya sea otro hombre, un animal, o hasta inclusive algún objeto. Sin embargo, aunque estas nociones tuvieron su devastadora influencia en su momento y en su lugar particular, las que han tenido mayor difusión han sido sobre todo el hinduismo, el jainismo y el budismo, todos originados en la India y todos con raíces comunes que se deben analizar.




El hinduismo

El hinduismo fue una religión antigua, cuyos orígenes se remontan a más de 3500 años atrás. En un principio, el hinduismo comenzó como una adoración a la naturaleza (animismo) que después derivó en panteísmo (todas las cosas son dios) y politeísmo (creencia en muchos dioses).
En realidad el hinduismo no es una religión homogénea, sino que tiene distintas sectas y múltiples variantes. Aunque existen libros que para esta religión son sagrados (los Vedas, los Brahmanas, el Código de Manú y los bien conocidos Ramayana y Mahahbarata), la noción de reencarnación no se encuentra explícitamente detallada en todos ellos. Es más bien una creencia que se fue desarrollando de acuerdo a la noción de Karma y de la Transmigración de las almas en fechas posteriores, aunque si se examina a fondo la literatura sagrada de esta religión, se podrá observar que sus héroes y deidades gozaban de esta desconcertante capacidad de volver de la muerte transformados en otros seres. Para el hinduismo no existe la noción de pecado, sino más bien el de ignorancia (avidya), lo que amerita que el ignorante trasgresor (del régimen de castas), reencarne una y otra vez.

a) El concepto de Karma

El Karma está muy relacionado con las obras. Es en realidad la ley de la retribución de las acciones. De acuerdo con esto, lo que le pasa a uno en esta vida es consecuencia de las acciones que se cometieron en lo vida anterior; por lo que para evitar ser perjudicado en la próxima vida, uno tiene que actuar de manera adecuada en ésta. Si bien tiene este concepto tiene implicaciones netamente particulares de esta religión, lo cierto es que en el mundo moderno existe, latente, la noción del Karma. No es extraño escuchar “Quien bien hace, bien recibe”, y de hecho otras religiones, como la católica, depositan su esperanza de salvación en las obras.




El jainismo

El jainismo fue el intento de un hombre, Mahavira, por reformar al hinduismo. Este hombre, quien durante los primeros treinta años de su vida vivió una vida de opulencia como el hijo de un rajá de la ciudad de Vasali (al noroeste de la India), al perder a sus padres decidió “descuidar” su cuerpo durante doce años para obtener la salvación. Por ello se sometió a difíciles rituales, llegando incluso a vagar desnudo y sucio, casi sin comer, tan sólo para obtener el Nirvana. Cuando llegó, según él, a un estado de total dominio del mundo y de su cuerpo (kevala), se trocó en un gran maestro que visitó a reyes y difundió la idea de que no debía adorarse a nada ni a nadie para alcanzar el máximo bien: el Nirvana.

b) El concepto de Nirvana

Curiosamente, algo que los modernos seguidores de la reencarnación ignoran o más bien no les interesa conocer, es que en estas religiones lo deseable no es vivir una y otra vez por siempre, sino que en realidad es una especie de sufrimiento o castigo. El objetivo supremo era detener la rueda interminable de reencarnaciones, es decir, alcanzar el Nirvana. El Nirvana no es otra cosa que un estado en el cual uno deja de existir, pues deja de estar sometido a las pasiones y a las emociones a las que están sometidos los que viven. Mahavira, quien después de su muerte fue elevado al estatus de un dios, alcanzó supuestamente el Nirvana después de haber reencarnado varias veces, ya que en su última reencarnación por medio de la meditación y el ascetismo consiguió alcanzar “el infinito absoluto”.




El budismo

Ésta es quizá de las religiones que creen en la reencarnación la que más rápidamente se extendió por todo el mundo Su fundador, Buda, o Gautama (en sánscrito), tuvo unos orígenes parecidos a los de Mahavira. De familia muy próspera (se cuenta que su padre le construyó tres palacios antes de que Buda cumpliera 16 años; uno para cada estación del año). Igual que Mahavira renunció a todo a los 29 años para alcanzar la salvación y hasta los 35 años practicó el jainismo. Luego, una noche, descubrió “Cuatro Nobles Verdades” que lo iluminaron. En resumen, estas “verdades” se pueden resumir en que si uno vive, entonces sufre, el sufrimiento viene de tener deseos y por lo tanto el sufrimiento cesará cuando se supriman todos los deseos, es decir, cuando se deje de existir.
Como una continuación del hinduismo y el jainismo, el budismo sigue manejando los conceptos de Karma y Nirvana, pero en esta religión se desarrolla ya plenamente la Transmigración de las almas (Reencarnación). El problema es que el propio budismo niega la existencia del alma, por lo tanto es un misterio como puede funcionar esto.

Algo que debe ser mencionado es que de acuerdo con esta religión, Buda ha reencarnado una y otra vez y, según sus creencias, su última reencarnación habita en un monasterio localizado en el Tibet.

Ahora bien, aparte de que la idea de la reencarnación es ilógica, ¿es algo que pueda ocurrir realmente? La Biblia tiene la respuesta.




Todos los hombres mueren

Sin excepción, todos los hombres que han muerto se han quedado así: muertos. “Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio” (Eclesiastés 2:16). De igual manera los animales mueren. “Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo” (Eclesiastés 3:19,20). Nuestro cuerpo vuelve a la tierra “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19); pero el espíritu (alma) vuelve a “Dios que lo dio” (Eclesiastés 12:1,8).




Los hombres mueren una sola vez

“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).

La Palabra de Dios es muy clara al respecto. Una vez que un hombre muere, inmediatamente va a la presencia de Dios para ser juzgado. No existe un lugar intermedio (purgatorio), ni la posibilidad de regresar de alguna otra manera, ya sea como espíritu o en otro cuerpo.

En Lucas 16:19-31 Jesucristo refiere lo que sucedió con dos hombres, un mendigo llamado Lázaro y un hombre rico. Ambos murieron y mientras el rico se encontró en un lugar donde lo atormentaban, Lázaro se encontró en un lugar de paz y tranquilidad. El hombre rico solicitó que Lázaro volviera a la tierra a advertir a sus hermanos para que no terminaran en el lugar de tormento, pero esto no fue posible, ni en forma espiritual ni mucho menos en forma material. Una vez que uno muere ya no puede regresar, además, uno sólo puede vivir una sola vez: “Porque si aquel [el hombre] viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo lugar?” (Eclesiastés 6:6). “Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días, con todo yo también sé que les irá bien a los que a Dios temen, los que temen ante su presencia; y que no le irá bien al impío, ni le serán prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante de la presencia de Dios” (Eclesiastés 8:12,13).

Los seres humanos siguen siendo seres humanos después de muertos

“Pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. No toda la carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves” (1ª Corintios 15:38,39). Las evidencias al respecto parecen contundentes: Los seres humanos no reencarnan en otros animales, por más que la idea pueda atraer a algunos. En primer lugar, se calcula que el número de especies animales que existen es de varios millones y hasta el momento, ni una sola de las personas que dicen haber reencarnado en animales, han descrito haberlo hecho en alguna especie exótica de insecto o en algún desconocido pez abisal.

Además, Dios creó al hombre a su imagen y semejanza: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:26,27). Por eso es que pensar en la posibilidad de que uno pueda reencarnar en alguna otra especie, o inclusive cambiar de género, es contraria a la enseñanza de la Biblia: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron le verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén” (Romanos 1:21-25).




“…Y después de esto el juicio”

A algunos les gusta creer en la reencarnación porque parece una idea atractiva. Fueron seducidos por esta falsa doctrina sin entenderla plenamente. Pero lo cierto es que “[…] los que viven saben que han de morir […]” (Eclesiastés 9:5a). La reencarnación contradice los principios más elementales del orden y la decencia. Es algo confuso y lleno de crueldad, ya que, de ser verdadera, uno podría estar siendo asesinado por el ser que más amó en otra vida o habérselo comido en el desayuno. ¡Los hijos de uno podrían ser mañana nuestros padres y la esposa que uno tiene puede haber sido su abuelo! RVG
Afortunadamente Dios no permite esto, pues Él es un Dios de orden: “Pues Dios no es Dios de confusión, sino de paz.” (1ª Corintios 14:33a).

Por eso, en vez de estar pensando en la reencarnación: “Acuérdate de tu creador en los días de tu juventud, antes de que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento[;] y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12:1,8).

Recuerda que “Aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto” (Eclesiastés 9:4). Mientras estás vivo, en ésta, tu única e irrepetible vida, tienes la oportunidad de volverte a Dios. Recibe a Cristo Jesús como tu Señor y Salvador hoy, no esperes a que te suceda lo que le pasó a otro hombre rico: “Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedir tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?” (Lucas 12:20).




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